martes, 20 de marzo de 2012

El padre Amaro

Unos monjes se encontraban recluidos en el monasterio, y tanto era el tiempo que llevaban sin relaciones sexuales, que decidieron compincharse con las monjas del convento que estaba pegado al suyo. De esta forma, se les ocurrió perforar unos agujeros en la pared en las capillas que solo estaban separadas por un tabique.

A partir de entonces cada vez que sonaban las campanas para ir a rezar monjes y monjas se pegaban a la pared para echar un "polvo".

Ante el poco interés que mostraban los monjes al rezar y tras haber encontrado manchas sospechosas, el padre superior decidió instalar unas guillotinas en los agujeros y así cada vez que un monje metiera el pene se quedaría sin miembro para siempre.

Transcurrida una semana el padre superior reunió a todos los monjes en el comedor para ver cuántos de ellos habían quebrantado los votos sagrados. Puso a todos en fila e hizo que se subieran la sotana para ver si tenían pene o no. Cuál fue su sorpresa al descubrir que todos los monjes no lo tenían excepto el último de la fila al que le dijo:

- Muy bien padre Amaro, veo que usted es el único en este monasterio con una mente pura.

- Ezque verá pade do metía da dengua.

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